En todos estos años como profesores de Acupuntura y Medicina Tradicional China hemos observado, gracias a nuestro alumnado y a la práctica clínica, que la Medicina China como cualquier otra disciplina tiene una gran parte de ciencia y otra gran parte de arte. Podríamos, incluso, arriesgarnos a decir que a partes iguales: 50% ciencia y 50% arte.
Algunas personas son muy buenas en los estudios, memorizan y retienen muy rápidamente la información, hacen asociaciones correctas y tienen una gran capacidad para las labores intelectuales, pero a la hora de la práctica clínica les falta “vista y tacto”. Conocen perfectamente la teoría de los 4 Elementos del Diagnóstico (Si Zhen) pero no logran descifrar lo que el o la paciente cuenta a través de las sutilezas de su cuerpo y de sus aspectos psicoemocionales. Por lo que a la hora del proceso terapéutico los resultados no son los deseados y vuelven a su casa a buscar más información en los libros para descubrir lo que no les acaba de funcionar.
Otras personas no son tan brillantes con los estudios ni con las asociaciones intelectuales, aprueban los exámenes más o menos justito, pero tienen un excelente ojo clínico; “ven a la persona”, entienden los mensajes y leen lo que su cuerpo y mente no expresa con palabras. Tienen una gran sensibilidad con el o la paciente y empatizan fácilmente con la situación. Pero, muchas veces, les falta una buena base teórica y no tienen claro los fundamentos de la Medicina China, por lo que los tratamientos son una mezcla de intuición y buenos deseos, pero a la hora de la verdad no acaban de obtener los resultados deseados y vuelven a intentarlo en la siguiente sesión según lo que “sienten” en el momento, haciendo conjeturas personales y malabares teóricos para intentar resolver la situación.
Todos y todas tenemos tendencia a pertenecer a uno de estos dos grupos expuestos. Y eso no es malo, simplemente es así. Lo interesante de ello, es ver donde esta nuestra carencia, tomar conciencia y hacernos fuertes en nuestra debilidad. Saber que tenemos que estudiar para tener clara la teoría, pero que en los libros no están todas las respuestas. Saber, también, que tenemos que practicar y refinar continuamente nuestra intuición, aprender a Observar y poder sentir cada vez más las sutilezas de la vida, pero sabiendo que sin unas buenas bases teóricas estamos construyendo la casa por el tejado.
La virtud, como dice el budismo, se encuentra en el camino del medio. Es a través de potenciar nuestras cualidades y trabajar con nuestras carencias donde podemos sacar la mejor versión de nosotros/as mismos/as como personas y, por ende, como terapeutas.
Seguimos en este maravilloso Camino de Vida …
Salud!
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